miércoles, 29 de febrero de 2012

And the Oscar goes to...

Titanic (1997) es una película con mayúsculas. Una intensa historia de amor que transcurre en el Titanic, el buque que zarpó el 10 de abril de 1912 y que se hundió, tras chocar con un iceberg, el 14 de abril del mismo año cerca de Terranova. El director de la película fue James Cameron y estuvo protagonizada por Leonardo Di Caprio (Jack) y Kate Winslet (Rose). Cuenta el romance entre Jack, un hombre que consiguió el pasaje en una partida de poker, y Rose, una mujer de alta sociedad que está a punto de casarse. Es una de esas películas que no me canso de ver. Rodada con perfección y en la que uno pasa de sentirse un lujoso tripulante del Titanic, a sentir que roza los labios de Rose o se muere de frío con Jack tras el hundimiento.

Es una película de récord, ya que es la más nominada a los Oscar (14 candidaturas, al igual que Todo sobre Eva) y la más premiada con 11 estatuillas (Igual que Ben Hur e, imcomprensiblemente, El señor de los Anillos El Retorno del Rey). Titanic se hizo con los premios más importantes: película y director, además de dirección de arte, fotografía, vestuario, efectos visuales, montaje, banda sonora, sonido, edición de sonido y canción original. Los tres que no ganó fueron maquillaje, actriz y actriz de reparto.

Hoy he querido elegir esta película porque estamos en la semana post Oscar y me apetecía destacar a la película que encabeza los premios más prestigiosos del mundo del cine. Quería dar mi particular Oscar de mi historia del cine, que se lo hubiera llevado Forrest Gum como mi película favorita, pero como ya había hablado de ella, me he dacantado por Titanic. Una historia de amor que llega hasta dentro y ablanda hasta los corazones más duros. Creo que esta película catapultó a Leonar Di Caprio, pero también le condenó a ser durante mucho tiempo un actor para adolescentes. En mi opinión es uno de los mejores actores que hay y creo que va siendo hora de que se lleve alguna estatuilla. Se lo ha merecido en los últimos años. Y qué decir de Kate Winslet, una brillante actriz y, en mi opinión, una de las mujeres más atractivas que conozco. En Titanic estuvo especialmente exultante. Y si los datos que he dado para elegir esta película os parecen poca, os diré que la banda sonora de esta película tiene un significado especial para mí. Pero como dirían algunos famosos, yo de mi vida privada no hablo...

jueves, 16 de febrero de 2012

Impulsos

John Rambo (Rambo IV, 2008), es la cuerta entrega de la saga de películas de Rambo, protagonizadas por Sylvester Stallone. En esta ocasión el operadísimo Stallone también hizo de director, productor y guionista. Imagínense lo que salió. Poquitas conversaciones y tiros, tiros, sangre, más sangre, miembros volando, agujeros en el cuerpo provocado por las balas... En definitiva, lo que se espera cuando uno va a ver a Rambo. El argumento no va más allá de la ayuda que brinda Rambo a un grupo de misioneros religiosos en una zona fronteria entre Tailandia y Myanmar en la que se concentran, como no podía ser de otra manera, los milicianos más peligrosos del mundo. Pero no se preocupen porque ahí está Rambo para acabar con todos a base de golpe y porrazo.

Son dos los temas que quiero tocar en esta ocasión. El primero lo tenía pensado, el segundo me ha venido a la cabeza viendo la escena que os dejo a continuación. La escena bélica final de la película. Lo reconozco, es un poco gore, pero amigos, hemos venido al cine a ver Rambo, no Bambi. Con esto, aficionados al cine, lo que quiero decir es lo siguiente. Una película te puede gustar o no, lógico. Pero si no te gustan las masacres bélicas, no veas Rambo, si no quieres llorar, no veas La Vida es Bella, si no quieres reir no veas La Vida de Brian. Y es que no soporto a la gente que va al cine a ver Rambo y sale enojada porque ha sido muy sangrienta. O gente (esto va por mi amigo Xabi y lo digo con todo el cariño), que va a ver 2012 (pelicula sobre el fin del mundo) y se enfada porque le parece una fantasmada... Lógico, cualquier escena de destrucción mundial es bastante fantasmada... Cuando uno ve una película la tiene que analizar según género.

Y ahora voy con el tema principal, el que me ha llevado a la furia de Rambo. De esto no voy a hablar mucho porque me perjudica. Y para que nos vamos a engañar, de uno mismo mejor decir cosas buenas que malas... Tengo defectos. Lógico. Como todo el mundo. Uno de ellos, mi carácter. A veces, demasiado impulsivo. Temperamental. Debo reconocer que me gusta ser impulsivo. Hacer o decir lo que se me pasa por la cabeza. Soltar lo primero que me pasa por la boca... Para lo bueno y para lo malo. Es mi forma de ser. Soy así. Eso me ha hecho llegar hasta donde he llegado. Creo que me ha dotado de un carácer ganador. Un echado pa´lante que se suele decir... Pero no saber callarse las cosas y no controlar ese pronto agresivo me ha traído muchas discusiones, enzarzadas, calentones... Soy impulsivo y lo seguiré siendo, aunque hay veces en las que hay que saber contar hasta 10. Yo casi nunca puedo, aunque a veces lo consigo. Ayer una señora se puso como una loca en una tienda porque decía que me había colado cuando yo sólo estaba mirando pelucas de carnaval y no estaba en ninguna cola... Le dije que era una maleducada por gritarme, me gritó más y yo pasé totalmente de ella. La chica de la tiendo me dio la razón. Yo no sería capaz de matar a nadie, pero hay veces que pillaría un arma con la de Rambo y RATATATATATATATATATA!!!!!!

miércoles, 8 de febrero de 2012

Si no fuera por el qué dirán...

Con derecho a roce (Friends with benefits, 2011) es una de esas películas palomiteras de tarde lluviosa que te hacen pasar hora y pico de buen rollo y risas. No importa que os cuente media película, ya que es fácilmente adivinable todo lo que va a transcurrir. Lo que no quita para que se pueda pasar un buen rato. Chico conoce a chica, se hacen amigos con derecho a roce (hasta aquí nos vale con el título y a partir de ahora sólo hay que hacer memoria y pensar en otra comedia romántica), empiezan a cruzarse sentimientos, se enfadan y se llega al desenlace con una entrañable escena de amor. La pellícula la dirigió Will Gluck y la protagonizaron los conocidos Justin Timberlake, Woody Harrelson y la ucraniana Mila Kunis (que está de toma pan y moja). Mujeres, no me critiquéis por el comentario porque seguro que a muchas se os cae la baba con Justin, que en esta película luce tableta de la buena.

A lo importante, que es lo que os gusta. Luego la gente se enfada cuando programas televisivos como 'Quién quiere casarse con mi hijo' tienen mucha audiciencia y se creen más listos que nadie al decir 'tenemos la tele que nos merecemos'. Brillante falsedad. Traslado este debate a mis post. He hablado de todo un poco, pero los comentarios que más éxito han tenido tienen como eje central el sexo, el desamor, los noviazgos, las infidelidades... ¡Pues carnaza para la manada!

El otro día viendo esta película tuve claro que me serviría para mi blog. Y es que una escena de la misma, la que pongo a continuación, me parece de lo más cercana a la realidad. No es algo que se haga, pero es algo que a casi todo el mundo le gustaría hacer. "Tener sexo como quien juega a tenis. Luego un apretón de manos y cada uno a lo suyo". Alguna vez he dicho, en conversaciones con amigos y amigas, que de pequeños nos gusta jugar al escondite, a polis y a cacos o a la gallinita ciega y luego nos tiran mucho los videojuegos. Pero llegados a una edad, todos sabemos cuál es el juego que más nos gusta. ¿Por qué no seguir jugando? Y en esto no hay distinción. Hombres y mujeres tendrían sexo como si de un partido de tenis se tratara. Un amigo, un buen rato, un apretón de manos y todos tan contentos. ¿Qué nos lo impide? Una sociedad más pendiente por el qué dirán que por hacer lo que realmente apetece.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Escoceses de Anduva

Bravehart (1995), no es una película, es un peliculón. Bien hecha, bien llevada, emocionante, romántica, cruel... Ganadora de cinco Óscar y dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson. Cuenta la historia de William Wallace, un escocés que lidera una revuelta popular contra el rey Eduardo I de Inglaterra. Amor, batallas, traiciones... Una de esas películas que hay que ver una vez en la vida. Los premios de la academia, que ya hemos comentado fueron cinco, se los llevó Bravehart a la mejor película, Mel Gibson como mejor director, mejor fotografía, maquillaje y edición de sonido. Si todavía no la han visto y tienen un par de horitas, vayan a por ella.

No tengo ninguna duda de que en esta vida hay cosas mucho más importantes que el fútbol, pero pocas como el deporte del balón generan tantas emociones positivas. No importa la situación en la que se encuentre un país, si tu equipo gana, tienes asegurados unos momentos de felicidad. Esta año, a los que les ha tocado el gordo en forma de alegría futbolística es a los aficionados del Mirandés. Un equipo del grupo segundo de Segunda B que está disputando la semifinal de la Copa de Rey. El equipo entrenado por Carlos Pouso ha dejado en la cuneta al Villarreal, al Racing de Santander y al Espanyol, tres equipos de Primera. Ahora, a las puertas de la final, se han cruzado con un Athletic de Bilbao que ganó ayer 1-2 en el partido de ida y que podría acabar con el sueño y las ilusiones del modesto equipo burgalés. Pero que les , y nos, quiten lo bailao. El Mirandés ha vuelto a provocar admiración por los pequeños equipos llenos de guerreros. Por esos grupos de personas que luchan en una misma dirección y que llegan más alto que otros con más luz y brillantina que creen ser mejores porque sí. Estos días todos somos un poco del Mirandés, más cuando allí hay jugando viejos compañeros y el entrenador es un tío genial. Todos hemos vibrado con el equipo, hemos coreado las canciones que suenan en Anduva (su campo) y hemos celebrado sus goles. Ellos nos han demostrado que los sueños se pueden alcanzar, pero que hay que trabajar para lograrlos. No desistir y no pensar que por ser teoricamente peor, no se puede llegar más lejos que el resto. Por el Mirandés y por todos los que seguimos luchando por alcanzar nuestros sueños, va esta escena de motivación absoluta. Un grupo de escoceses que quieren derrotar al ejército inglés, un grupo de jugadores de Segunda B que luchan por acabar con los de Primera, personas de a pie que queremos seguir escalando para llegar a la cima...