martes, 18 de febrero de 2014

Vive cada segundo como si fuera un sueño

Cuerdas (2013) es un corto de animación dirigido por Pedro Solís y ganador del Goya en su categoría en la gala celebrada hace unas semanas. Narra la historia de un niño que es dejado en un orfanato y la especial relación que mantiene con María, una de las niñas del centro. Son diez minutos de magia, sensibilidad y sueños. De lágrimas contenidas entre un montón de felicidad. Son diez minutos perfectamente invertidos y de los que es mejor no contar más, solo disfrutar de ellos.



En escenasdepelicula siempre tenemos escenas de películas, pero hoy os dejo este corto que ha llegado a mí por casualidad. Una preciosidad. De lo mejor que he visto en los últimos tiempo. No hace falta casi nada para que algo te llegue hasta dentro. Para que te sientas identificado. Porque no hace falta más que estar loco por el chocolate, soñar con brujas y príncipes, hacer deporte, creerte tus propias películas, viajar a cualquier lugar del mundo o bailar esa canción que suena a través del tocadiscos a la tenue luz de las velas...



La vida es dura, a veces cruel. Siempre tiene un ladrón esperando a la vuelta de la esquina con una porra para golpearte y robarte lo que más quieres, pero la vida también son esos momentos de sueños, de felicidad, de imaginación... La vida es lo que estás, valga la redundancia, viviendo a cada momento o lo que has vivido hasta el día de hoy. El futuro nunca es la vida porque algo que no ha pasado, no puede ser nada. Que os llamen ingenuos, pero que cada segundo sea como estar viviendo tu mejor sueño.   



"Vamos a viajar por todo el mundo. ¿Sabes que hay sitios donde comen hormigas? 


jueves, 13 de febrero de 2014

Sin paraguas



El diario de Noa (The Notebook, 2004) es una de las historias de amor más destacadas de los últimos tiempos. Cuenta la historia de dos jóvenes que pasan un verano de ensueño pero que acaban siendo separados. Una de esas pasteladas que hay que estar muy dispuesto a aguantar. Aunque no me han hablado mal de ella, nunca he sacado el rato en el que me haya encontrado dispuesto a aguantar tantos kilogramos de azúcar.



La de hoy es una de esas veces en las que la anécdota me lleva a la película. Una de esas ocasiones en las que tengo una idea, se me evapora y luego vuelve con más fuerza. Uno puede tener bien claro lo que quiere, pero al final es el paso del tiempo el que te lleva por uno u otro camino. A mi me ha llevado a este.



Entre mis muchos defectos está el de no soportar que no me guste un regalo. Perderlo, que se rompa o tirarlo porque el tiempo lo ha escondido en lo más profundo del armario. No por mi, si no por el daño que puedes hacer a la persona que con toda la ilusión te lo ha hecho. Me da pena. Me pasa hasta con el paraguas que me ha regalado mi ama estas navidades. Me lo robaron el primer día que lo saqué. Lo he vuelto a perder.  Ha pasado poco más de un mes. ¿Es así como cuido yo las cosas?



O puede que sea un guiño del destino. Quizás me tenga que mojar, aunque para ello haya que saber disfrutar de la lluvia y, sobre todo, superar un par de buenos trancazos. O quizás no tener paraguas sea simplemente un empujón para andar bajo la lluvia. Mojándome e imaginando que estás en una de esas escenas en las que te vas a calar hasta los huesos, el agua te gotea desde el pelo hasta la cara, la ropa se te pega al cuerpo... Y en frente aparece esa chica que te gusta. Las miradas que se cruzan esconden dudas, pero el momento es el momento. Los cuerpos se funden en un abrazo y llega ese beso bajo la lluvia. Ese beso que es tan de película.



lunes, 3 de febrero de 2014

Ganar o perder

Un Domingo Cualquiera (Any Given Sunday, 1999) es una película dirigida por Oliver Stone y en la que comparten cartel un elenco de estrellas con nombres como los de Cameron Diaz, Al Pacino, Dennis Quaid o Jamie Fox. La historia cuenta los entresijos de un equipo de fútbol americano que atraviesa problemas y al que su entrenador intenta levantar. La vi en el cine cuando la estrenaron y, sinceramente, me aburrí como una mona.



Pero hay algo en esta película que no se puede pasar por alto, el discurso final que da el entrenador D'Amato (Al Pacino) a sus jugadores. Una charla motivadora que sirve tanto para el deporte como para la vida. Y es que hay veces que uno se ve atascado y no sabe hacia donde tirar. Si adelante, atrás, a la izquierda o a la derecha. Y es entonces cuando necesita un entrenador que le siente en el vestuario y le diga de qué va esto. Le aconseje. Le intenta guiar. Los jugadores luego saltan al terreno de juego y hacen lo que quieren o lo que buenamente pueden, pero ese momento de vestuario es vital para visualizar que todo puede salir bien.



Y es que hay veces que lo ves todo tan cerca. Al alcance de la mano. Te ves a un paso, a una sola pulgada de conseguirlo. Pero falta esa última batalla. Ese último golpe de fortuna. Ese echarle un par para conseguir lo que uno anhela. Pero también hay veces que la presión, el verse cerca del título, hacen que uno cometa errores.



Recuerdo un consejo de mi último entrenador. Tan sencillo como "no te precipites".