jueves, 13 de febrero de 2014

Sin paraguas



El diario de Noa (The Notebook, 2004) es una de las historias de amor más destacadas de los últimos tiempos. Cuenta la historia de dos jóvenes que pasan un verano de ensueño pero que acaban siendo separados. Una de esas pasteladas que hay que estar muy dispuesto a aguantar. Aunque no me han hablado mal de ella, nunca he sacado el rato en el que me haya encontrado dispuesto a aguantar tantos kilogramos de azúcar.



La de hoy es una de esas veces en las que la anécdota me lleva a la película. Una de esas ocasiones en las que tengo una idea, se me evapora y luego vuelve con más fuerza. Uno puede tener bien claro lo que quiere, pero al final es el paso del tiempo el que te lleva por uno u otro camino. A mi me ha llevado a este.



Entre mis muchos defectos está el de no soportar que no me guste un regalo. Perderlo, que se rompa o tirarlo porque el tiempo lo ha escondido en lo más profundo del armario. No por mi, si no por el daño que puedes hacer a la persona que con toda la ilusión te lo ha hecho. Me da pena. Me pasa hasta con el paraguas que me ha regalado mi ama estas navidades. Me lo robaron el primer día que lo saqué. Lo he vuelto a perder.  Ha pasado poco más de un mes. ¿Es así como cuido yo las cosas?



O puede que sea un guiño del destino. Quizás me tenga que mojar, aunque para ello haya que saber disfrutar de la lluvia y, sobre todo, superar un par de buenos trancazos. O quizás no tener paraguas sea simplemente un empujón para andar bajo la lluvia. Mojándome e imaginando que estás en una de esas escenas en las que te vas a calar hasta los huesos, el agua te gotea desde el pelo hasta la cara, la ropa se te pega al cuerpo... Y en frente aparece esa chica que te gusta. Las miradas que se cruzan esconden dudas, pero el momento es el momento. Los cuerpos se funden en un abrazo y llega ese beso bajo la lluvia. Ese beso que es tan de película.



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