martes, 29 de julio de 2014

Una caja de bombones

Forrest Gump (1994) es una película dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks. He hablado de esta historia en este blog y no voy a repetirme. Solo diré, una vez más, que es mi película preferida. Con muchísima diferencia sobre el resto. Y hoy, solo quiero contaros que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.



Dicen que se me da bien mi trabajo. Que podría llegar lejos. Lo dice gente cercana a mí y gente que no tiene razón alguna para decirmelo. El objetivo de las personas, durante muchos años, así al menos nos lo han inculcado en casa, es la de encontrar el trabajo perfecto. Hoy en día, tal y como están las cosas, tener trabajo ya es un lujo. Yo tengo trabajo, hago lo que me gusta y ante mis ojos ha pasado la oportunidad de luchar por un puesto para toda la vida. La he dejado de pasar y no he podido optar a ese bien tan preciado a día de hoy... !UN  TRABAJO PARA TODA LA VIDA¡



Pero la vida es como una caja de bombones y tenía algo preparado para mí. La vida me había reservado una experiencia que no olvidaré y que ya echo de menos. Cuatro días de amistad, cariño, cerveza, música, bailes... Cuatro días de alegría. Cuatro días de felicidad. Cuatro días de risas. Cuatro días de celebrar que hemos llegado a la treintena. Cuatro días de celebrar que la vida hay que disfrutarla y que hay cosas que nunca hay que dejar de hacer. Cuatro días de amigos.



Porque cuando uno deja de hacer algo que le apetece. Algo con lo que sueña o algo que lleva esperando mucho tiempo, se acaba arrepintiendo. La vida está llena de momentos en los que hay que elegir. Llena de momentos en los que hay que dejarse llevar por el corazón o elegir la razón. Lo racional te lleva por el camino más fácil, pero siempre acaba apareciendo un agujero en el que caes y te provoca heridas que nunca se curan. Heridas que parecen cicratizar pero que se vuelven a abrir.



La vida es como una caja de bombones. Nunca sabes lo que te va a pasar. Y por eso, voy a seguir disfrutando de cada momento. Voy a luchar por hacer eso que me apetece. No voy a dejar pasar por delante de mis ojos oportunidades de esas que no vuelven. Momentos que debo aprovechar para que la sonrisa nunca abandone mi cara.



Y mientras sigamos sin saber cómo va a ser el próximo bombón que nos vamos a meter en la boca, vamos a disfrutar el que estamos saboreando.






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