Carros de fuego (Chariots of fire, 1981), es una película británica dirigida por Hugh Hudson basada en la historia real de los atlétas británicos que se prepararon para los Juegos Olímpicos de París de 1924. Se llevó numerosos premios, entre los que destacan los Oscar a la mejor película, mejor vestuario, mejor música y mejor guión. Es una película que habla de superación. Una de esas historias que demuestran que con trabajo todo es posible. En el film se destaca la vida de Eric Liddell, que fue campeón olímpico de los 400 metros en París. Seguro que hay mucha gente que no ha visto la película, pero no dudo de que todo el mundo conoce su melodía principal.
La he elegido porque estoy orgulloso de mí mismo. El domingo pasado corrí la Talaia Bidea, un trail de 31,2 km en el que hay que superar 1300 metros de desnivel. La completé en 3 horas y 41 minutos, tocado de piernas, pero sin demasiados problemas. Un par de kilómetros más hubieran podido conmigo, pero no los 31,2 de la prueba. El año pasado, cuando completé la Behobia-San Sebastián, llegué a meta mientras sonaba está canción por megafonía. El domingo pasado, mientras corría por Jaizkibel, la canté para mí mismo un par de veces. Si uno quiere y trabaja, puede conseguir lo que se proponga. Tengo más retos en la cabeza y espero seguir cumpliéndolos. Me gusta poner mi cuerpo a prueba, saber de lo que soy capaz. Esa sensación de que estás exprimiéndote al máximo para conseguir algo que, mirándolo con frialdad, no te lleva a ningún lado. Pero esa satisfacción personal. El decirte, ¡Vamos, lo has conseguido! Puede con todo. Seguiremos recordando está canción... Seguiremos derrotando pruebas... Seguiremos marcándonos objetivos.
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