Brain Divided (Cerebro Dividido, 2013) es un corto de animación dirigido por Josiah Haworth, Joon Shik Song y Joon Soo Song, tres alumnos del Ringling College of Art and Design (Florida). Una divertida historia que cuenta el funcionamiento del cerebro masculino durante una cita con una mujer. Normalmente os acerco en Escenasdepelicula, precisamente, escenas de películas, pero hoy os vuelvo a colar un corto que no hay que dejar pasar de lado.
El cerebro masculino, posiblemente, es un cerebro normal. Como el femenino, como el de cualquier animal. Pero un cerebro que como cada materia del universo, modifica cuando se junta con otras materias. Y a nosotros, los hombres, los chicos, los niños, los jóvenes, lo que más nos modifica el cerebro, nuestra forma de ser, nuestra forma de actuar, nuestra manera de ver las cosas... Son las mujeres. Sacan nuestro lado más sensible, pero también el más arrogante. Sacan nuestro lado más dulce, pero también el más pasional. Son capaces de hacernos sonreír a cada segundo, pero también de hacernos llorar. Ante un hombre nunca mostraremos todos nuestros encantos. Pero si una chica quiere que seamos un oso de peluche lo somos y si quiere que le empotremos como lo haría Chris Hesworth, lo haremos.
En definitiva, son capaces de volvernos locos. De hacer que todo lo planificado se desmorone. Que nuestras tácticas siempre resulten fallidas. Y entonces, dentro de nuestro cerebro, empieza la lucha entre el muñequito azul y el muñéquito rojo. Dos muñecos que no se ponen de acuerdo hasta que se les da en el morro y se les obliga a firmar la paz. Es un momento problemático, pero necesario. Es entonces cuando el cerebro reacciona. O, más bien, cuando se le obliga a reaccionar.
Del cerebro femenino, hablamos otro día. O mejor no lo hacemos, que nos podemos meter en un lío...
lunes, 17 de marzo de 2014
sábado, 8 de marzo de 2014
Esclavitud sentimental
12 años de esclavitud (12 years a slave, 2013) es una película dirigida por Steve McQueen y protagonizada por Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender y Lupita Nyong´o que cuenta la historia real de Salomon Northup, un afroamericano libre que fue secuestrado y vendido como esclavo. Ha sido una de las películas del año y ha ganado tres premios Oscar (película, guión adaptado y actriz de reparto). Una historia dura, pero que merece la pena ver, y en la que sus actores están espectaculares. Lupita se llevó el premio, pero Ejiofor y Fassbender estuvieron nominados.
Hay veces en las que el dolor de los látigazos no es físico. Es un dolor que se siente en lo más profundo, que te llega a las entrañas. A veces en forma de nudo, otras como un extraño cosquilleo, otras como una presión en el pecho. Dicen que todo está en la cabeza, que todo lo provoca el cerebro, pero ¿si hubiera algo controlado por el corazón? Hay veces en las que uno puede sentirse presa de sus propios sentimientos, esclavitud sentimental.
Por mucho que el cerebro quiera controlar algo, hay veces en las que es imposible. Uno puede tener muy claro el camino que quiere tomar, lo que mejor le conviene para que su vida siga adelante por el trazo marcado, pero no siempre lo racional consigue tomar el timón. Un golpe repentino de viento y en vez de dirigirte hacia hacia el norte, empiezas a navegar hacia el sur.
El paso de los años enseña que si uno no sigue esos golpes de timón, si no se deja llevar por los giros del destino, puede acabar arrepintiéndose. Una vida sustentada sobre los cánones establecidos puede estar muy bien, pero ¿no sueña todo el mundo cada día con llevar esa vida que siempre le hubiera gustado llevar? Esa vida de fantasía en la que mandan los sentimientos y no la cabeza.
Hay veces en las que el dolor de los látigazos no es físico. Es un dolor que se siente en lo más profundo, que te llega a las entrañas. A veces en forma de nudo, otras como un extraño cosquilleo, otras como una presión en el pecho. Dicen que todo está en la cabeza, que todo lo provoca el cerebro, pero ¿si hubiera algo controlado por el corazón? Hay veces en las que uno puede sentirse presa de sus propios sentimientos, esclavitud sentimental.
Por mucho que el cerebro quiera controlar algo, hay veces en las que es imposible. Uno puede tener muy claro el camino que quiere tomar, lo que mejor le conviene para que su vida siga adelante por el trazo marcado, pero no siempre lo racional consigue tomar el timón. Un golpe repentino de viento y en vez de dirigirte hacia hacia el norte, empiezas a navegar hacia el sur.
El paso de los años enseña que si uno no sigue esos golpes de timón, si no se deja llevar por los giros del destino, puede acabar arrepintiéndose. Una vida sustentada sobre los cánones establecidos puede estar muy bien, pero ¿no sueña todo el mundo cada día con llevar esa vida que siempre le hubiera gustado llevar? Esa vida de fantasía en la que mandan los sentimientos y no la cabeza.
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